El trastorno del espectro autista (TEA) es un trastorno del desarrollo neurológico que afecta la comunicación, las habilidades sociales y de comportamiento.
Según los datos del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU., aproximadamente 1 de cada 54 niños tiene un diagnóstico de TEA. Además es cuatro veces más común en niños que en niñas.
En el siguiente artículo te explicaremos cuál es la relación que existe entre el TEA y los niños, cómo logras detectarla y qué debes hacer luego de esto.
Trastorno del Espectro Autista en niños: Signos de sospecha
Las señales del TEA generalmente aparecen antes de los 3 años de edad, aunque el diagnóstico puede ocurrir más tarde. Los niños con esta condición pueden experimentar una amplia variedad de signos y dificultades, lo que hace que este sea un trastorno muy diverso.
El DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, 5ª edición) es una guía de referencia utilizada por profesionales de la salud mental para diagnosticar y tratar trastornos mentales. Es publicado por la Asociación Americana de Psiquiatría y es una de las principales referencias a nivel mundial.
Respecto al TEA, el DSM-5 describe el trastorno como una afección que incluye dificultades significativas en la comunicación y la interacción social, así como patrones de comportamiento y/o intereses restringidos y repetitivos.
Es importante recordar que el DSM-5 solo es una guía y no debe utilizarse como la única fuente de información para diagnosticar el TEA. El diagnóstico debe realizarse por un profesional de la salud mental capacitado, utilizando múltiples fuentes y considerando el contexto individual de cada persona.
Dependiendo del nivel en que se encuentre, los niños bajo este espectro pueden demostrar los siguiente signos:
– Pocas habilidades sociales: Prefiere estar solo y disfrutar de su propia compañía. Tienen una baja interacción con los niños de su edad, así como también dificultades para hacer y tener amigos.
– Dificultades al conversar: Generalmente presentan dificultades para mantener el ritmo normal de cualquier conversación, les cuesta mantener contacto visual, hacen gestos y expresiones con su cara inconscientemente que son poco apropiados para la situación que se está tratando y no están al tanto de los sentimientos de la otra persona, porque no codifican caras ni gestos.
– No tolera la frustración: Es muy competitivo hacia él mismo, mantiene una constante competencia con su persona, lo que hace que le cueste mucho equivocarse. Esto también ocurre porque tiene altas expectativas en él.
– Reaccionan de una forma diferente: Al tener que expresar emociones como la ira, alegría, tristeza, enojo, suelen hacerlo de una forma excesiva.
– Sus interés son restringidos: Suelen solo conversar de temas monotemáticos porque son los que les interesan, ejemplo: solo quiere hablar sobre pingüinos, dinosaurios, autos, ajedrez, trenes, etc.
– Tienen un lenguaje perfecto: Hablan de una manera formal con palabras rebuscadas y comprenden el significado de cada palabra que pronuncian. Son tan sinceros al decir algo que no filtran lo que quieren expresar y puede llegar a ser molesto para otros. No utilizan el ritmo, entonación, pausas ni emoción, lo que complica la comprensión de lo que tratan de comunicar.
– Interpretan todo literalmente: Para ellos es muy difícil entender el sarcasmo, bromas, comentarios irónicos o metáforas.
– La alteración en su rutina los desespera: Requieren necesariamente tener estructuras para cada actividad. Por ejemplo: si es que van a lavarse los dientes, deben tener ya una estructura determinada, como tener el cepillo de dientes en el mismo lugar. No ver los objetos en su lugar puede alterarlos y esto les genera muchísima ansiedad y preocupación lo que puede ocasionar una desregulación.
– Presentan dificultades motoras: En algunos casos tardan en aprender a caminar, correr, andar en bicicleta, bailar, nadar, entre otros.
